Cuando la familia Hernández se vino a Margarita estaban conscientes que venían a una isla mágica de gente buena y laboriosa, donde debían trabajar para mantener sus estatus de vida y elevarse por encima de las dificultades. Por eso el patrón Pedro Hernández vino con la idea de consagrarse en el alma insular y eso hizo este equipo de hombres buenos que se instalaron en Porlamar con su empresa “Impresos Hernández” donde el viejo Pedro empezó a tejer historia de grandeza y delegó en Freddy su hijo las funciones de heredar las herramientas de la imprenta como recurso para participar en el desarrollo de este pueblo. Le enseñó Don Pedro a Freddy las artes de la gerencia, la habilidad para reparar las máquinas, el arte del negocio y sobre todo la buena fe y la nobleza del ser humano para hacer grandes cosas sin perjudicar a nadie, sino en beneficio de los seres humanos que te rodean. Esa fuerza interior que viene del alma de los hombres buenos fue germinando en ese Freddy Hernández que junto a sus hermanos decidieron echar adelante esa firma “Impresos Hernández” que por muchos años ha estado sembrada en el alma guaiquerí sirviéndole a la comunidad neoespartana.
Desde esa sede de la empresa ubicada en El Poblado fueron tejiendo los Hernández en conjunto un emprendimiento que forma parte de la esencia de esta laboriosa familia que ha levantado las armas del trabajo como su norte para trascender en la vida. Pero la nobleza de los Hernández era reconocida en Porlamar y toda Margarita porque miles de margariteños y navegados pasaron por la oficina de Pedro Hernández en busca de un trabajo litográfico, la edición de un libro, unos folletos, facturas, revistas y tantas cosas vinculadas con la tipografía. De ahí nacieron grandes amistades en la rama comercial que se entendieron antes con Don Pedro y luego con Freddy Hernández que tomó la batuta de “Impresos Hernández” para echar adelante la empresa familiar y quizás por ese don de gente del callado y reflexivo Freddy se impuso como líder entre sus hermanos que lo apoyaron en la tarea de dar permanencia en el tiempo a este negocio de la tinta y el papel. No escatimaron esfuerzos los Hernández en adquirir las impresoras de alto vatiaje que le permitieran salir adelante en la tarea de convertirse en una de las mejores tipografías de la región y del oriente del país. La competencia siempre fue fuerte en Margarita donde Evaristo Pontevedra con su empresa “Pontevedra editores”, Impresos El Sol y tantas otras empresas litográficas que han existido en Nueva Esparta siempre reconocieron la historia de “Impresos Hernández” que en base a trabajo, responsabilidad y eficiencia se ganaron el renombre en la comunidad insular.
Y era Freddy la figura que caía como anillo al dedo a los herederos de Don Pedro Hernández para conducir a puerto seguro la embarcación de esta empresa tipográfica que solo conoció la palabra triunfar por encima de todas las cosas, donde cada hermano ponía su granito de arena para que su empresa siempre estuviera en el cenit del cielo margariteño. Por ese Don de gente de Freddy y sus hermanos se ancló Impresos Hernández en el corazón de los insulares y cuando se hable de la historia litográfica de Margarita tendrá que aparecer el nombre de esta empresa en los primeros lugares de tan honrosa tarea de mantener informados a los margariteños y cochenses.
Esa fama de buena gente de Freddy Hernández comenzó a regarse por toda Margarita porque los Hernández no escatimaban esfuerzos a la hora de servir a la gente y llegaron a facilitar con su fiaos el trabajo a mucho empresario que no podía pagar al momento y es facilidad que no daba nadie lo hacía Freddy Hernández que comenzó a tomar fuerzas en el liderazgo por su buenas acciones hasta el punto que los políticos que iban a contratar la papelería para sus campañas políticos empezaron a meter el ojo al hijo de Don Pedro para que los acompañara en su trabajo de liderazgo en las comunidades. Y es que Freddy por lo callado, por lo buena gente y sobre todo por los servicial era una figura especial para ganarse el liderazgo entre la gente. Así comenzó a guiar los pasos de los trabajadores de la imprenta y a sentir que tenía mando, razón por la cual empezó a acariciar la posibilidad de incursionar en el mundo de la política.
Ese tema le aterraba a Freddy Hernández porque conoció de la otra acera de la política en sus espacios de “Impresos Hernández”, pues las conversaciones que mantenían los políticos cuando iban a sus predios le generaban terror, pero si sabía que había que mejorar el estilo de hacer política de los venezolanos y eso lo entusiasmaba porque sabía que desde el fondo de su alma peregrina tenía argumentos para dar el salto al ruedo político. Tenía en su alma un espíritu justiciero que lo marco desde niño quiso estar en el lado de un socialismo verdadero para lograr la igualdad de clases y por eso cuando el grupo de Luís Longart, Adalberto Orta, Alberto Camacho, Franklin Martínez y su hermano Pedro Hernández le tocaron el pulso porque vieron en el no solo al empresario bonachón y caritativo, sino al líder que podía comandar ese proyecto de crecer hasta el infinito. Y es que Freddy se anotó de un solo envión en ese Movimiento al Socialismo porque las ideas máximas preñadas de beneficios para la gente y de igualdad para una sociedad, y no solo eso sino que fue cautivado por ideas de hombres de grandeza en los planteamientos y las ideas como Pompeyo Márquez, Felipe Mujica y hasta José Vicente Rangel en los tiempos cuando fue socialista de los buenos.
Vio pasar la Alcaldía de Luís Longart en Porlamar, la diputación de Adalberto Orta, la comisionaduría de Camacho en Salud junto a su compadre Ibrahín Velásquez, a Pedro Hernández Prefecto de Mariño, los pasos cruzados de Franklin Martínez manejando los números de Fucho, de Irene, de Alexis Navarro y la cercanía del partido naranja con el imperio roblero pues dice en Margarita que el MAS tiene mucha siempre mucha puntería para anotarse a ganador. A Freddy Hernández debía tocarle en algún momento su oportunidad de mando y le llegó cuando fue elegido por los ciudadanos de Villa Rosa a la Junta Parroquial de Fajardo y consecutivamente saltó a una curul como concejal en el Municipio García porque le quedó pequeña la junta parroquial y la gente empezó a verlo como un funcionario honesto y comprometido con los más necesitados. Por ese rosario de méritos que dejó en las huellas de su tránsito edilicio se ganó Freddy su oportunidad de ser candidato del MAS y de la coalición de partidos para llegar a otro peldaño como Alcalde de García. Esa tarea no fue fácil porque sus mismos aliados se convirtieron en sus más acérrimos enemigos políticos y tuvo que sortear emboscadas y trampas montadas a cada rato para tratar de cortarle su camino hacia la redención de los más necesitados de un municipio deprimido social y económicamente. En esos espacios de García batalló Freddy Hernández dando la gran pelea de sus vidas y no le hizo mucho caso a sus detractores que se empeñaron en contaminarle su gestión y lograron dejarlo solo con sus aliados para caer en elecciones libres ante el avance de Cruz Lairet y los revolucionarios del chavismo que le ganaron cuando aspiró a reelegirse como Alcalde de García. En ese momento entendió Freddy que había que saber retirarse a tiempo y cuando empezó a ver de cerca el desmoronamiento de ese proyecto político que el MAS apoyó cuando se engolosinaron con la propuesta socialista de Chávez que fue uno de los errores capitales no solo del partido naranja, sino de la élite de notables, empresarios, editores y comunicadores sociales que vieron en el militar de Sabaneta el dorado de la política venezolana. Ahí comenzaron las decepciones del hombre noble que prefirió volver a la vida familiar, las conversaciones con sus amigos y a asistir de nuevo al gimnasio de la Asunción a ver de nuevo a ese equipo Guaiqueríes de sus amores. Apenas siguió Freddy cerca de sus amigos del MAS haciendo los esfuerzos mínimos para mantener a flote la tolda naranja, pero sin gastar muchas energías en un partido político que terminó pagando a precio alto su equivocación de haber dado el mando a quien terminaría destruyendo con sus políticas depredadoras el porvenir de una Venezuela sometida a la una propuesta sin fondo, ni forma y que solo se quedó en postulados teóricos socialistas que nunca tocaron esas propuestas de justicia social que enarboló el MAS como consigna de luchas.
Todavía recuerdo las conversaciones de Freddy conmigo que para esos tiempos de la era de oro de Guaiqueríes tenía la Columna “El Hacha Guaiquerí” y que fue en Impresos Hernández donde hice mis primeros talonarios para cobrar a los patrocinantes de esa columna de crítica deportiva y que a mi amigo Freddy le gustaban los comentarios acertados que sobre baloncesto tenía para orientar el paso de la tribu por las canchas venezolanas. Y es Freddy y sus trabajadores se iban en un solo equipo a ver el baloncesto y compartían como una familia los triunfos obtenidos por la tropa Catalina en sus tiempos de equipo invencible.
Freddy Hernández dejó un legado de dignidad, honestidad y firmeza en sus ideas que marcarán las huellas a seguir en el MAS de los próximos años, pues a pesar de ser una tolda pequeña en militantes es un agrupación de filósofos de la política que todavía no han perdido el rumbo de una Venezuela que en algún momento saldrá de esta hojarasca que nos agobia. Eso pasará muy pronto y volveremos a tener ese país que Freddy Hernández soló para unos militantes del MAS que todavía están prisioneros de ideas pasadas de moda y que se quedaron colgadas en el tiempo como hojas disecadas.
Manuel Avila