El escritor margariteño habla de su vida antes de “La Otra Isla”
[dropcap size=small]F[/dropcap]rancisco Suniaga pasea su memoria cómodamente desde la “berlinesa” que se comió en Alemania hasta los caminos reales empedrados, que llevaban de su natal La Asunción al Valle del Espíritu Santo, y relata cómo su abuela se iba por ahí con las alpargatas colgadas en el cuello para ir a bailar a la fiesta de la Virgen del Valle, patrona espiritual de la Isla de Margarita.
Vestido con bermudas y una camisa de estampado tropical, el escritor margariteño espera risueño en la calurosa terraza de una panadería en el sector conocido como Playa El Ángel. Bien dispuesto, dice: tú haces tus preguntas y yo respondo. Y la primera pregunta se plantea sobre su vida antes de darse a conocer con su novela La Otra Isla.
– “¿Antes de La Otra Isla? Yo siempre escribí, hasta cuando estaba en bachillerato. Yo estudié inglés en el Pedagógico de Caracas, y en esa época me preocupaba la cuestión de escribir-, comienza Suniaga.
– A mí me dio clases de Literatura inglesa Gustavo Díaz Solís, uno de nuestros grandes cuentistas. Me acuerdo una vez que ya yo tenía esa inquietud, que yo le dije a él: profesor yo quiero escribir, lo que pasa es que a mí me inhibe que no sé en qué movimiento literario me inscribo. Él me dice: escribe, limítate a escribir y que los críticos después se encarguen de hacer ese trabajo. Ese me pareció un consejo fantástico porque era una inhibición importante, que yo creo que la gente tiene, de creer que la literatura es un mundo que está en el topus uranus que describía Platón, al que solo mentes muy privilegiadas acceden-, reflexiona el escritor, y prosigue.
“Para mí escribir una novela no fue una casualidad sino el resultado de un proceso. Los relatos que están en Margarita Infanta, muchos de ellos yo los había escrito en esa época, por los años setenta, la diferencia está en si había la intención de publicar o no. Yo no la tenía. Era muy tímido sobre el impacto que eso pudiera generar en los demás.
– ¿No estabas seguro de la calidad de tu obra?
– Ningún artista, ningún creador está seguro. Siempre tiene dudas.
– ¿Cómo transcurría tu vida antes de publicar por primera vez?
– Hice una vida académica, estudié derecho, hice un posgrado en la UCV, hice otro en Estados Unidos, di clase en la UCV, en la Metropolitana, en la Santa María, trabajé como abogado y escribía columnas fijas en El Universal, El Nacional, Economía Hoy.
– La destreza de escribir yo la tenía, que es fundamental, es básico. Tú puedes nacer con la posibilidad, con el talento para ser escritor, en que termines siéndolo van a influir muchas cosas, una, que tú quieras serlo, dos, que te formes en el sentido de adquirir las destrezas básicas, que pasa por el conocimiento del idioma español, su morfología y sintaxis; tienes que leer, tienes que vivir, tener experiencias que sean relevantes, y además tienes que tener la disposición a desnudarte en público, que es lo que tú haces cuando escribes y hay gente a la que no le gusta. Los escritores son como strippers del lenguaje. Tú te revelas, aunque tú no quieras.
– Hay que tener una sumatoria, y luego están las condiciones generales, es decir, escribir toma tiempo y es un tiempo que no es remunerado en absoluto o escasamente, con lo cual tú tendrías que tener (por lo menos en este país), otra profesión de la que vivir, de manera que escribir es un trabajo subsidiario.
– Quizá una de las primeras referencias a tu libro “La Otra Isla” en la prensa venezolana fue la que hizo el periodista Rafael Osío Cabrices, en su reseña literaria que la publicaba semanalmente el Diario El Nacional.
– Esa reseña, que era muy leída, fue muy importante para que mi libro se conociera, porque los que me conocían lo hacían por cualquier cosa menos por escritor. No es fácil y menos en Venezuela, creo yo, irrumpir a los cincuenta años, y a ninguna edad, en el mundo literario. El mundo literario es muy mezquino, te ningunea pues. A los cincuenta como lo hice yo quizás es un poco más difícil.
Suniaga explica el proceso para que un libro sea publicado y promocionado después de su creación.
“Que de repente tú escribas una novela y haya un editor que corra el riesgo de imprimirla y publicarla, eso no quiere decir que vaya a llegar al público, eso solo hace que llegue a la librería. El editor lee el libro, se lo envía a un lector independiente, en el caso de La Otra Isla el lector fue Victoria Di Stefano. Para que llegue al público hace falta la crítica y en Venezuela no hay crítica, ahorita. En ese momento (2005) todavía había y esa columna de Rafael Osío Cabrices era muy leída”, recalca.
“Yo mismo me sorprendí”, reconoce el autor. “Porque es que te puedo narrar que sábado y domingo yo salía a comprar El Nacional. En esa época yo dirigía una revista, Éxitos 21, de economía y política, donde escribían Hugo Prieto, Boris Muñoz, Héctor Bujanda”.
– Compré mi Nacional -los fines de semana mis hijos y mi mujer se levantan tarde-. Una de las cosas mías era comprar un café y sentarme a leer el periódico, estaba en Los Palos Grandes, en Caracas, me acuerdo cuando vi la columna. Ahí es cuando el sistema funciona-, dice con una mezcla de emoción y nostalgia.
– Después hubo una crítica que la publicó Luis Pérez Oramas también en El Nacional y eso terminó por darle ese impulso inicial; luego funciona el boca a boca. Ahorita eso está roto porque tú escribes una novela y nadie dice nada.
– El lector llega a una librería, para comenzar ya casi no quedan librerías de librero, donde tú llegas y el librero te recomienda, la de Juan Carlos Mateo en el Centro Comercial AB es una de las pocas que quedan en el país; no es igual que llegar a una cadena donde un joven se mete en una computadora y solo te dice si el texto está o no en el sistema- comenta.
SUNIAGA POLÍTICO
Francisco Suniaga reúne una buena cantidad de artículos sobre algunos de los más conocidos políticos venezolanos del siglo veinte, publicados en su mayoría en el portal web Prodavinci.
– En el que escribiste sobre Carlos Andrés Pérez, supiste mostrar una parte descarnada de ese personaje.
– Yo incursioné en la política también. Fui un militante activo de Acción Democrática, incluso llegué a ser diputado suplente por el estado Monagas en las elecciones del 88. Dejé la política en el 98, y sin embargo yo admiro a los políticos, los admiro mucho, el político es un ser que no es igual al hombre común. Son capaces de hacer cosas que el hombre común no es capaz. Capaz de perseverar cuando el hombre común no persevera. Por eso tú ves cuando la oposición hace grandes manifestaciones, hace grandes cosas, se embarca en procesos que tienen una dinámica que se va potenciando hasta que llega a un punto. No alcanzaste el triunfo total, la gente se desencanta, entonces si convocan a una manifestación no van, pero los políticos no se desencantan, van al otro día a trabajar en eso, insisten.
– Muchos de mis artículos en Prodavinci han estado orientados hacia la exaltación del político como una necesidad social. No podemos prescindir de los políticos, porque cuando prescindimos de los políticos caemos en manos de los aventureros como Chávez. No hablo mal de un líder de la oposición en público, jamás, y eso que hay algunos que me merecen, me motivan, pero de eso se encarga el chavismo.
– Lo que está pasando ahorita en Estados Unidos, esa es una cosa extraordinariamente peligrosa, que alguien que no tiene ninguna formación política, -porque la política no se estudia, pero se aprende con su ejercicio-, entonces entre una político profesional como Hillary Clinton y un aventurero como Donald Trump escogieron al aventurero.
– A los políticos, como a todas las demás cosas las tienes que controlar. No puedes prescindir de sectores sociales, ¿cómo vas a prescindir de los sindicalistas, de los empresarios? Eso es lo que ha pasado cuando tú agarras y expropias las empresas. Las empresas las dirigen los empresarios y la política la hacen los políticos y no todos pueden ser políticos, hay que tener capacidades y entrenamiento para serlo.
– Eres un defensor del Pacto de Punto Fijo.
– Absolutamente. Te tienes que ubicar en el momento histórico. 1958. ¿Cuántos años de ejercicio democrático tenía la sociedad venezolana en 1958?. Quizás ninguno. Quienes ese año se constituyen en los líderes del país, Betancourt, Jóvito Villalba, Rafael Caldera, incluso el propio Gustavo Machado, es gente que viene desde 1928, cuando eran adolescentes, tratando de cambiar la historia política de Venezuela. Y en 1958 la cambian, ¿Por qué? Porque si tú consideras 1945, en ese año se inicia un proceso democrático, la gente votó, se eligió una Asamblea Nacional Constituyente, pero realmente fue un proceso muy sesgado y el resultado, cuando el gobierno comienza a ejercerse, se ejerce con un gran sectarismo y por eso es débil y por eso los militares a los tres años lo derrocan. En cambio, en el 58 ¿qué hacen los adversarios políticos?, firman un pacto donde dice “aquí lo importante es la democracia”, como el que hicieron lo chilenos cuando salieron de Pinochet, como hicieron los españoles cuando salieron de Franco.
– Actualmente somos cortoplacistas.
– Hacemos grandes avances y la gente no percibe eso. Yo escribí un artículo en Facebook, donde yo decía: “¡ojo! la protesta tiene que ser pacífica, no podemos creer que con esta protesta de calle van a derrocar a Maduro. Hay que tener cuidado con esto. Hay que buscar las elecciones porque nosotros somos eso, demócratas”. Me cayeron encima. Mucha gente percibía que de verdad verdad era cuestión de días para que Maduro cayera. No va a caer con estas protestas. Colombia tuvo más de 50 años con un movimiento guerrillero poderosísimo, que era capaz de hacer cosas monstruosas, no cayó, tuvieron que negociar.
– Pero es necesario protestar.
– Por supuesto que es necesario, porque cuando la gente sale masivamente a la calle, que era lo que ya no estaba ocurriendo, ya quienes iban más eran los que pueden formar parte de la vanguardia, pero esas manifestaciones masivas no se dieron más porque la gente no va a las manifestaciones violentas, porque no vas a ir a enfrentarte con un guardia nacional. Cuando tú ves la foto de esa primera gran manifestación, de esos dos pisos, de esa avalancha humana, ¡ese es el hecho político!, la gente no entiende que el hecho político es salir a la calle a protestar. Estar ahí. Hacer una exposición de rechazo a lo que está ocurriendo.
– Dentro de ese contexto, de la larga protesta, el acto más importante fueron las elecciones que hicimos el 16 de julio. Le dieron la vuelta al mundo varias veces, le abrieron los ojos para que vieran el proceso venezolano, eso fue lo más importante. Eso causó un gran impacto.
Completamente convencido, Suniaga dice:
– Hemos avanzado muchísimo. Tienes al gobierno arrinconado, es una minoría reducida, ¿qué hay que seguir haciendo? lo mismo.
– Federico Vegas dice en uno de sus artículos: “Los escritores venezolanos solo estaremos utilizando a conciencia la literatura cuando el Sebin toque a nuestra puerta y nos encuentre en pijamas. ¿Crees que es la única forma de hacer literatura en esta época?
– Yo creo que lo ideal es hacerlo sin que el Sebin llegue a tu puerta-, dice entre risas.
– Yo creo que lo que Federico trata de decir ahí, es que si efectivamente tu escritura es relevante alguna reacción debe generar del gobierno, pero hay un hecho que yo creo que hay que considerar, si tú escribes un libro al gobierno no le importa mucho, porque un libro que se vende mucho en un año vende tres mil ejemplares; suponte que se lo prestas a diez personas, son treinta mil personas que leen una novela, pero si tú muestras una noticia en la televisión eso lo ven millones de personas. Entonces el gobierno sanciona la televisión, la restringe. Entonces, en ese sentido es poco lo que los escritores podemos hacer, salvo que nuestro mensaje se inscriba en una plataforma de difusión masiva, por ejemplo, las redes sociales. Yo creo que sí colaboramos con eso, quienes escribimos sobre este proceso.
– Entonces, ¿hay que hacer literatura, pero desde las redes sociales?
– No tiene que ser la literatura, basta con un artículo de opinión. La literatura venezolana perfectamente ha hecho un mural de lo que ha pasado desde que Chávez entró en el escenario político y creó esta devastación, Federico, Rodrigo Blanco, Camilo Pino, Héctor Bujanda, yo he escrito sobre eso, mi literatura está muy empapada de la realidad que estamos viviendo. La literatura ha hecho lo suyo, ha hecho su trabajo. En buena medida todo el mundo ha hecho su trabajo, lo que pasa es que estamos confrontando el imperio del mal.
– ¿Te consideras una celebridad?
– Para ti soy una celebridad porque eres lectora, trabajas para un medio de comunicación, porque te interesa la literatura, pero mira toda la gente que hay aquí y yo te aseguro que aquí más nadie sabe quién soy yo. Si aquí llegara Galarraga, todo el mundo sabe quién es él. Yo lo que soy es un escritor que tiene alguna lectoría. Soy conocido en el mundo de la gente que lee y no todos me quieren-, termina riendo.
Texto y foto: Roselis González Rosas