En una sesión ordinaria de fecha 22 de febrero de 1945 la Junta Comunal del Municipio Aguirre acordó entregar el local donde ella funcionaba para asentar allí un consultorio médico ocasional. Ese pedimento lo hicieron por la necesidad de atender a los enfermos de Los Robles los ciudadanos Rafael Avila Guerra, Yolanda Navarro y el presbítero Juan Bautista Marcano que eran miembros de una junta pro fomento de la salud que devino después en Centro Ideales del Municipio Aguirre
En 1945 por decisión del Presidente del Estado se le asignó a Los Robles un médico viajero que venía al pueblo una vez por semana, Y en 1946 el Presidente Encargado Guillermo Salazar Meneses nombró para ese dispensario ocasional un oficial clase B y un sirviente.
En 19473,1948 le dan a la Medicatura de Los Robles el rango de clase “A”: Esa sede provisional en La Calle Aurora de Los Robles fue trasladada a la Casa Social con Jesús Avila como enfermero.
La Sanidad de Los Robles ubicada en la Calle El Calvario cercana a la casa de Dámaso Navarro y a escasos metros de la Escuela “Víctor Cedeño de Los Robles y muy cerca de la Estación de servicio y en la poligonal que forma con el Distribuidor “Jesús Avila” y el Pescador escultura que iconizó esa arteria vial.
Ese dispensario como se le nombró fue decretado por el Gobernador Don Heraclio Narváez Alfonzo que bajo el decreto número 571 el 15 de febrero de 1954 y fue inaugurado el 5 de diciembre de 1954 con el nombre de Sanidad de Los Robles en una parcela que se le compró a los hijos de Juan Reyes y donde se hizo la sede propia de la Sanidad de Los Robles con una construcción que incluía un cuarto anexo para el médico residente que le correspondió al reconocido médico José Chejín.
A partir de esos momentos históricos aparecieron en escena Pedro Rosas, el odontólogo del pueblo, el hijo de Luís Felipe Rosas que por años estuvo prestando servicios a esta comunidad en la salud bucal y que por tantos esfuerzos realizados a favor de sus coterráneos se ganó el epónimo de esta medicatura que lleva su nombre.
Ese Pedro Rosas “Pepé” tuvo muchas anécdotas como odontólogo porque eran los tiempos que se sacaban muelas sin anestesia y Pepé se afincaba en la silla para poder arrancar de raíz las piezas. El odontólogo Pepé Rosas tenía una discapacidad en su mano izquierda y cuando las piezas estaban muy sembradas en las encías debía hacer esfuerzos supremos para poder extraer las muelas o dientes.
Luego vino la época del doctor Juan Monasterios que fue uno de los más reconocidos médicos de esa Medicatura y que fue por años la piedra de salvación de la comunidad pilarense. Monasterios sabía de todo y aun cuando era epidemiólogo tuvo que tratar todo tipo de afecciones y era el paño de lágrimas de los robleros. De su paso por Los Robles donde se quedó para siempre le quedó el amor con Ramonita una enfermera de Peñas Blancas, una de las mujeres más bellas de esta comunidad no solo en lo físico, sino en lo espiritual que cautivó al galeno y lo dejó como hijo adoptivo de Los Robles y con su heredero Juan Monasterio como producto de esa unión matrimonial.
A la Medicatura “Pedro Rosas Bravo” muchos alcaldes y gobernadores le han metido la mano de a poquito para remozarla y convertirla en un espacio de la salud que atienda a los más necesitados y hoy día en medio de tantas carencias se puede decir que funciona a medias porque la falta de insumos y las limitaciones en la operatividad que no le permiten cumplir a cabalidad con las tantas necesidades de una Parroquia Aguirre que ha crecido dimensionalmente.
Si la mentalidad gerencial del país hubiese crecido hoy sería la Medicatura de Los Robles un hospital tipo B que permitiría atender a miles de almas que buscan la salud por todos los rincones y se consiguen con un modelo político de la mentira que engaña al pueblo y no les garantiza la salud que se merecen. Hay que tener claro que aun cuando en Maneiro hay varias clínicas el promedio de los ciudadanos q son pobres porque este régimen elevó los niveles de miseria hasta un 95% y a los estratos más bajos de la población no tienen salvación porque ni pueden asistir a las clínicas y en hospitales y ambulatorios no hay dotación de ningún tipo para garantizar el derecho a la salud.
MANUEL ÁVILA PALESTRA