Dice el precepto constitucional que el agua es un derecho humano fundamental y es un elemento insustituible para la vida, el bienestar humano, el desarrollo social y económico constituyendo un recurso fundamental para la erradicación de la pobreza y debe ser manejada respetando la unidad del ciclo ideológico. Y la misma CRBV reconoce un conjunto de derechos ambientales entre los cuales se encuentra el derecho a disfrutar de un ambiente seguro, sano y ecológicamente equilibrado y la obligación a cargo del Estado de garantizar que la población se desenvuelva en un ambiente libre de contaminación donde el aire, el agua los suelos, las costas, el clima, la capa de ozono, y las especies vivas sean especialmente protegidas(129). Con esa teorización de una Constitución chavista hecha en revolución encontramos todo un postulado revolucionario que en las reformas a la Carta Magna pusieron toda una gama de palabras para que la gente de las próximas generaciones revise y estudie la inutilidad revolucionaria en el manejo de la gobernanza.
Con toda esa alharaca comunista realizada por individuos que la mayoría están muertos y otros andan caminando a tientas pagando su pecado capital de habernos embalsamado en una vaina loca llamada revolución y que solo apareció con sus palabras huecas para confundir más a un venezolano sumergido en el mar de las locuras.
Ese arsenal de palabras sintetiza el afán revolucionario de trascender con mentiras descomunales que ensombrecieron el panorama nacional al fallarle e los venezolanos con políticas fuera de lugar que violan los preceptos constitucionales y burlan los cercos jurídicos del país.
Las famosas mesas de agua formaron parte de la mentira revolucionaria que usaron estos fabuladores para mentirle a un pueblo condenado a buscar vengadores en las distintas etapas de la historia para saciar su sed de venganza política. Pero se hizo realidad el sueño de unos comunistas trasnochados de encontrar a un hombre con magia en la palabra para engatusar a los venezolanos con ideas fantasiosas que cautivaran el alma nacional.
Y ahí vamos en la barca revolucionaria pasando trabajo y condenados a vivir en una nación donde los derechos fundamentales son violados por los mismos fabricantes de ese Frankestein con botas y boinas. Si construyeron un monstruo enorme que le falló a los venezolanos y mantiene cautivos a muchos que todavía tienen en sus casas altares y encienden velas para rendir culto al que ideó la magia para convertir a este país en una tierra empobrecida y atrasada.
Por eso cuando el agua se nos va por 60 día y más entramos en tierra de la barbarie y retrocedemos unos cuantos años hasta volver a los años 40 cuando a los pueblos insulares lo azotaron pandemias, sequías y toda clase de necesidades fundamentales. Tendremos que volver en plena revolución a las alcantarillas que fueron demolidas porque ya no serían de utilidad para los ciudadanos, tendremos que volver a los pozos a buscar el vital líquido, a los tobos para agarrar agua de lluvia y a soñar con volver a la democracia. Esa tarea es de los ciudadanos que sufren las inclemencias del agua, la luz, comunicaciones, la quiebra del sistema de salud y del castigo revolucionario decidir con el voto el cambio de gobierno.
Hoy cuando los neoespartanos atraviesan la peor sequía de la historia insular por la destrucción masiva del sistema Turimiquire y Clavellinos, por la molienda de un tubo submarino molido por la corrosión y por el paso del tiempo corresponde al Estado actuar y dejar de un lado la politiquería buda para resolver el problema de los habitantes de estas tierras de la sal.
No es con planteamientos cargados de ideología como se resuelve este problema de Estado, sino con alta gerencia y con políticas dirigidas a resolver de una vez por todas este complejo problema que perturba la salud mental de los neoespartanos. Ante esa realidad que agobia la salud de los insulares compete al Estado tomar el liderazgo para enrumbar la salida a la crisis del agua. No es con la recolección de planillas y firmas como pretende el Peruano resolver la crisis porque el gobierno comunista no hace caso a marchas, protestas y planillas planas, sino con una tubería nueva o con plantas desalinizadoras como las que funcionan en Trinidad y otras islas del mundo.
La voz de Nueva Esparta debe oírse en la Asamblea Nacional para que los legisladores de Nueva Esparta tomen la palabra y le hagan saber a los jeques de la revolución que hay una violación de los derechos fundamentales de un pueblo que se muere a menguas por culpa de sus políticas obsoletas.
Trajeron a un militar para suplir al derrotado Dante y ha sido peor el remedio que la enfermedad porque se agudizó la crisis del agua y se llevó por el medio a quien vino investido de poderes supremos y se perdió en el lodazal de la improvisación.
Lo cierto es que Nueva Esparta tiene sed y se atenta contra la vida de nuestros ciudadanos porque el Gobierno Nacional no sabe resolver un problema capital que atenta contra la salud y castra definitivamente el futuro turístico de una isla que busca sobrevivir a la crisis generada por la revolución.
Seguimos buscando vengadores por toda la historia nacional y ahí está el resultado de haber dado con los votos el poder a un régimen que no ha dado pie con bolas en la solución de los problemas fundamentales de la gente. Por eso enterraron el sustantivo pueblo para siempre y dejaron a cuatro locos soñando con un mejor país, pues es evidente que la quiebra del Estado en estos 22 años es producto de las erradas políticas de un gobierno sin rumbo y sin destino. Por ahora vamos en el camino equivocado con unos ciudadanos atrapados en la burbuja de la mentira madurista y soñando con que vuelvan los bonos, la bolsas clap y los espejismos como las ofertas maravillosas que solo fueron carnadas de la dádiva y la mentira revolucionaria.
MANUEL ÁVILA PALESTRA