El presidente francés, Emmanuel Macron, ha querido ser el primer mandatario internacional que visita Beirut tras las explosiones que el martes han dejado la ciudad devastada. Macron ha llegado este jueves a la capital libanesa y ha prometido ayuda logística, médica y asistencia en la investigación de lo ocurrido.
Junto al presidente libanés, Michel Aoun, Macron ha visitado el puerto de Beirut, la zona cero del desastre que ha causado al menos 137 muertos, decenas de desaparecidos y más de 5.000 heridos. «Mi mensaje es un mensaje de hermandad, amor y amistad de Francia al Líbano, y buscamos asegurar la ayuda internacional al pueblo libanés», ha declarado a la prensa el mandatario galo nada más aterrizar.
«Sabemos que la crisis en el Líbano es grande y es política y ética, sobre todo, y su víctima es el pueblo libanés. Me reuniré con la sociedad civil y la prioridad es apoyar al pueblo libanés sin condiciones», ha añadido, según recoge Efe.
El presidente francés ha mantenido una breve reunión con Aoun nada más ser recibido en el aeropuerto, antes de que ambos partieran hacia el puerto beirutí. En el lugar de la catástrofe, una multitud ha llamado a Macron a apartar a los dirigentes libaneses del poder.
«Hoy, la prioridad es la ayuda, el apoyo incondicional a la población. Pero hay reformas indispensables en ciertos sectores que Francia exige desde hace meses, años», ha considerado Macron, según Afp. «Si no se hacen esas reformas, el Líbano continuará hundiéndose», ha concluido. Mencionó en concreto reformas en el sector energético -con un sistema deficitario, los cortes de luz son constantes en todo el país-, la propiedad pública y la lucha contra la corrupción.
Con su referencia a «meses y años», Macron está recordando el compromiso que adquirió Líbano en la conferencia CEDRE de abril de 2018. El país recibiría 10.200 millones de dólares en créditos y otros 860 millones de dólares en subvenciones para invertir en infraestructura y enderezar el crecimiento económico, tras siete años de declive económico provocado entre otras cosas por los efectos de la guerra en la vecina Siria. A cambio, los dirigentes libaneses se comprometieron a acometer reformas. En concreto el entonces primer ministro, Saad Hariri, prometió reducir el déficit presupuestario en un 5% en los próximos cinco años. El Líbano tiene uno de los déficits más altos del mundo.
Macron insistió entonces en la importancia de estas reformas y incidió en la «responsabilidad sin precedentes» que tenían los líderes políticos libaneses. Pero ninguna de estas reformas prometidas se han plasmado hasta hoy. En octubre pasado, la ira popular estalló en la calle para exigir los cambios prometidos y para demandar la dimisión de toda la clase política libanesa, a la que acusan de saquear el país durante décadas. Saad Hariri dimitió pocos días después, pero no así otros líderes. En enero, logró forjarse un nuevo Gobierno. La ola de protestas continuó y sólo se vio paralizada por la pandemia del coronavirus y que ha crecido en paralelo a la crisis económica. El país se declaró en bancarrota en marzo y dejó de pagar su deuda exterior. La crisis ha golpeado la moneda local, la libra, que ha perdido un 80% de su valor frente al dólar. El sistema bancario ha quebrado y ante los despidos masivos, la clase media libanesa ha sigo arrasada. Casi la mitad de la población vive bajo el umbral de pobreza.
Los fondos de CEDRE que tanto necesita el país siguen sin liberarse, a la espera de las cacareadas reformas. Aunque la solidaridad de Francia hacia su antigua colonia es incondicional, según Macron, el dirigente no dudó en exigir a los líderes rendición de cuentas. «Más allá de la explosión, sabemos que la crisis aquí es muy grave y que envuelve responsabilidades políticas de los líderes que hoy están en el poder. No podemos seguir sin decirnos unos a otros ciertas verdades», ha espetado Macron este jueves en Beirut.